Miranda del Castañar está situado en la confluencia de dos ríos (Alagón y Francia), orgullosa se yergue sobre una colina vigilando la vida que sucede a su alrededor.

El viejo castillo preside el recinto amurallado que acoge escudos, callejas, arcos y piedras talladas que encierran secretos vecinales y desvelan sus historias a los viajeros curiosos. Por sus calles se respira la historia medieval de la villa que fue.

Descubrir la organización de sus calles, quizá árabe, quizá judía, entender cómo sus habitantes han hecho de la necesidad virtud y alegría de vivir, compartiendo casas y bodegas ha dado un entramado de propiedades peculiar y una idiosincrasia a las casas y calles, que solo se entiende hablando con los mirandeños, contemplando su arquitectura y dejándose llevar por lo que las piedras nos cuentan.

La naturaleza en el entorno de Miranda se vuelve salvaje a medida que los habitantes desaparecen, lo que en otro tiempo fueron viñas y olivares hoy son increíbles bosques de alcornoques, robles, madroñeras… proporcionando uno de los paisajes agrestes más sorprendentes de Salamanca. El caminante que se adentra en sus bosques descubrirá además de gran variedad de flora mediterránea, una fauna diversa y abundante y si el clima es propicio gran riqueza de hongos.

Existen dos rutas señalizadas, Rodales, circular, en la que contemplamos además de espectaculares panorámicas de la Sierra de Béjar/Candelario, los cultivos que siempre fueron el medio de vida serrano, la vid y el olivo.

La otra ruta, El camino de los prodigios, está encuadrada en “Los caminos del arte en la naturaleza” de la Diputación de Salamanca y une los pueblos de Miranda del Castañar y Villanueva del Conde. Durante toda la ruta podremos disfrutar de unas inmejorables vistas de la Peña de Francia, otros pueblos de la Sierra de Francia y sobre todo de un bosque impresionante.

El entorno urbano y natural se funden en un todo para ofrecer una experiencia inolvidable al visitante.